Estamos ante un
texto epistolar del 16 de enero de 1902, en el cual León Tolstoi se dirige al
Zar Nicolás II. En esta carta, Tolstoi le habla al Zar de la represión política
y la mala situación económica de Rusia a principios del siglo XX.
León Tolstoi (1828-1910)
fue uno de los escritores rusos más destacados a nivel mundial. Formaba parte
de una familia de la nobleza. En sus obras, entre otras cosas, defendía la “no
violencia activa”. Este movimiento era un tipo de protesta que buscaba un
cambio político, social y cultural sin utilizar en ningún momento la violencia.
En la época en la que vivió Tolstoi el Zar tenía prácticamente todo el poder y
era muy respetado.
Lo que León
quiere expresar a Nicolás II es su indignación hacia la represión que éste
ejerce sobre los ciudadanos rusos. No entiende como en tan poco tiempo la
situación de Rusia pudo cambiar tanto; las persecuciones policíacas y
religiosas son demasiado frecuentes y crueles, la censura había llegado a un
grado nunca antes alcanzado y lo peor, la muerte de los ciudadanos rusos cada
vez es más desmesurada.
Tolstoi destaca
el hambre de los agricultores y el descontento de todas las clases sociales
como las peores consecuencias de estas represiones.
Piensa que la
autocracia (todo el poder recae en una sola persona) ha muerto, y le dice al
Zar que la única manera de que ésta sobreviva es con la represión que él está
ejerciendo. Pero de alguna manera, lo que Tolstoi hace es avisar a Nicolás II
de que el pueblo ruso, cada vez con más cultura, se está dando cuenta de que
esta represión hay que pararla. De alguna manera también utiliza la ironía,
diciendo que si lo que el Zar quiere es que la autocracia se mantenga y que el
pueblo se revele, todo está yendo por buen camino.
Esta carta está
escrita por Tolstoi pocos años antes de que la Revolución Rusa estallase. En
estos momentos, el Imperio ruso estaba bajo un régimen zarista y autocrático.
Por esta época también es destacable el desarrollo de las industrias, aunque
las industrias no traerían un crecimiento en la economía, sino que el pueblo
seguía siendo pobre y el hambre continuaba entre los ciudadanos. Por otra
parte, la clase obrera joven se concentraba en las grandes zonas industriales,
lo que facilitó a una mejor concienciación revolucionaria, que iría llegando no
sólo a ciudadanos jóvenes.
Alicia Vázquez Castro, Marta Fdez Meijide y Cristina López López
1ºBAC B
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